De vuelta a la realidad.

Publicado en por Super Bitch.

Han pasado varias cosas desde la última vez que escribí; entre ellas: que ya comenzaré el tercer semestre en menos de dos semanas, lo cual me pone nervioso, teniendo además en cuenta que he procrastinado desde el sábado y no debería estar escribiendo en este momento, sino repasando bioquímica como la vil ñoña que soy. El caso es que necesitaba escribir porque hay algo que me está consumiendo por dentro, además de la solitaria. Creo que ustedes ya saben que hay un chico llamado Matías. Sí, ya lo había mencionado en la última publicación. Matías, este post va a hablar mucho sobre ti. A Matías lo conocí hace varios meses en una aplicación para citas,  (no, no es Grindr, ya superé esa etapa), él vive en otra ciudad, por cierto, y dejamos de hablar por mucho tiempo porque no me había dado cuenta de lo que me estaba perdiendo. Lo sé, es raro que diga eso teniendo en cuenta que teníamos una "amistad" virtual por medio de una red social de no muy buena reputación, pero gano un punto si digo que hablábamos por otra más decente. Hace unos pocos meses comenzamos a hablar nuevamente; no sé si haya sido el destino, alguna fuerza misteriosa, o lo que sea, pero creo que eso debió haber pasado. Me había dado cuenta de lo atractivo, lo dulce, amable y atento que Matías podía llegar a ser. Sin embargo, debido a que yo aún no había terminado semestre, no tenía mucho tiempo para devolverle toda la atención que él me estaba dando, por lo que tuvimos problemas en varias ocasiones precisamente por ese tema: mi tiempo. En gran parte, tampoco me preocupaba mucho por eso, teniendo en cuenta que él vive a kilómetros de aquí y por esa razón no tenía muchas esperanzas de que pudiese llegar a haber algo entre nosotros. 

Después de lágrimas de mi parte, ansiedad y tristeza, y justo cuando terminé semestre hace unas semanas, él volvió a escribirme. Pero luego sucedió lo mismo: no había atención de mi parte porque yo ya me había resignado a estar solo. Ya no me importaba ningún hombre diferente a mi padre o a mi tío; había decidido que yo no necesitaba un hombre para sobrevivir, digo, soy homosexual y no quiero conservar mis genes para una próxima generación. El punto es que no pensé que ese día iba a llegar tan pronto: Matías iba a venir a mi cuidad y quería verme. A decir verdad, no creía posible tal hecho, e incluso llegué a pensar que me iban a cancelar como en muchas otras ocasiones. 

EL DÍA. Cuando llegó el día de la cita, no podía creer que un chico como él estuviese frente a mis ojos. Yo me mantuve relajado al principio, aunque él sí estaba muy nervioso. Fui yo quien dio el primer paso de tomar su mano y acariciarla mientras hablábamos de cualquier cosa que se nos ocurriera. Lo que sí no dejaba de atormentarme eran las miradas de la gente que pasaba a nuestro alrededor, cosa de la cual hablaré más adelante. Aunque intentaba concentrarme sólo en él, en que alguien como yo tenía las manos de alguien como él rodeando las mías. Después de irnos a un lugar abierto y un poco solitario, fue que empezaron los abrazos. Nunca me había sentido tan seguro en los brazos de alguien como ese día; ni con los de mi madre, a decir verdad. No creía que fuera real. Nunca me había sentido de esa manera. Me sentía tan cómodo en sus brazos. Era como si nunca me quisiera alejar de él. Me sentía como en "mi lugar". Un lugar de paz. La verdad no sé si llegue a sentirme igual cuando esté rodeado por unos brazos diferentes, pero, no me importa, sé que nunca olvidaré aquellos. El tiempo pasaba y las palabras fluían, por fortuna. No obstante, él tenía hambre. No había comido en todo el día, así que pude convencerlo de que fuéramos a algún lugar a comer algo. 

Ahí cometí un error. Creo que sí es algo feo el hecho de rechazar una invitación a comer, pero olvidé advertirle a él que yo no suelo comer en la calle, que me hace sentir incómodo eso. Por suerte, eso no nos dañó la salida, para entonces. Luego que él acabara su comida, llegó el momento que por días había fantaseado. "¿Un pico?" Fue exactamente esa la pregunta con la que él rompió el hielo, esta vez fue su turno. Yo, en pánico, pregunté, tratando de evadirlo, "¿Qué?". "Un beso", fue lo que él respondió. No tenía ni idea de qué hacer. Estaba en shock. Nadie, nunca en la vida me había propuesto eso de tal forma, en un lugar público, con todas esas miradas. Lo único que se me ocurrió decir fue "¿Ahora?" Lo cual pareció molestarle. No recuerdo muy bien que sucedió a los pocos segundos, pero sí a los pocos minutos: su padre le llamó para decirle que ya debían irse, lo cual me hizo sentir muy mal. No quería que se fuera. Quería enmendar lo que había hecho, pero no tenía un plan para hacerlo. Así que nos marchamos de ahí, para buscar un taxi. Lo mejor, es que estábamos bien, como si el incidente del rechazo al beso no hubiera tenido significado, incluso nos fuimos cantando una canción. Es raro, lo sé. Cuando nos acercábamos al lugar en el que él iba a tomar el taxi, comencé a sentir un enorme deseo de ir al baño. Por fortuna, eran deseos de orinar. Estaba demasiado nervioso, no sabía lo que pasaría una vez llegáramos al lugar. Resulta que él me había llevado un poco lejos porque quería ver el atardecer, que por cierto no se veía porque era un día demasiado frío. Cuando nos detuvimos a esperar, él comenzó a acercarse, y pude ver que cerró sus ojos, pero yo no estaba listo aún, por lo que tuve que rechazarlo. Nunca me sentí tan asustado y avergonzado. Perdón, Matías, te pido que por favor me perdones. No sé de dónde saqué las agallas para intentarlo de nuevo. Cuando lo intentamos, no salió bien, nada bien, fue un poco incómodo, y si quiero ser positivo, puedo decir que hasta gracioso. En mi defensa, hay que tener en cuenta que hace más de un año no besaba a alguien. Tal vez, había olvidado cómo hacerlo, pues durante mi primer beso me sentí cómodo, lo hice bien, supongo. Pero esta vez, estábamos en la calle, rodeados de miradas, y yo estaba asustado. Nuevamente, recurrí a sus brazos, a mi lugar. Decidimos intentarlo otra vez. Por un momento, sólo por unos segundos, pensé que podría llegar a ser feliz. Pero otra vez comenzó a salir mal el beso. "Perdóname" y "Te extrañaré mucho", fue lo único que yo le decía. "Debes pensar que soy un imbécil" le dije. Nunca me había sentido tan estúpido. Fue en ese momento en el que la depresión había vuelto a mí. Me sentí débil, como cuando hablé sobre mi problema de eyaculación con el médico. Lo abrazaba mucho más fuerte. No quería que se fuera. No quería que se alejara de mí después de que yo había arruinado uno de los mejores momentos que he vivido hasta ahora. No sé si para él lo que hay entre los dos signifique algo. Pero para mí sí, digo, le estoy dedicando todo un post, y este es el más largo que he escrito. Sin embargo, él ya se había ido, y yo me estaba muriendo mentalmente. Yo no merezco a alguien como él, él merece a alguien que sea atractivo, que no tenga problemas de autoestima, o problemas de eyaculación, o digestivos. Yo no estoy destinado a ser feliz con un hombre, no de esa forma. Eso era lo que rondaba mi cabeza mientras volvía de vuelta al centro comercial a hablar con mi madre. Ya había regresado a la realidad, y no me había dado cuenta en qué momento. Es un recuerdo borroso. 

Después de todo eso, creo que puedo decir que tal vez él no es el indicado. Creo que nadie es el indicado. Pero ¿por qué él no lo sería? Digo, fue la primera vez que me pasaba algo así en vivo y en directo. Fue la primera vez que pensé que yo podía llegar a gustarle a alguien incluso si me veía en persona. Pero hay varias razones por las que tú, Matías, no eres el indicado: 

1) Aún no confío lo suficiente en ti. Teniendo en cuenta cosas como las publicaciones de tu Facebook, o tus estados de Whatsapp, siento todavía cierta desconfianza hacia ti.
2) Me has lastimado más de una vez. Tal vez pienses que soy un dramático chico complicado, y sí, efectivamente lo soy. Pero eso no quiere decir que no signifique nada el hecho de que me hagas sentir mal varias veces. 
3) Te molestas por cosas que no deberían tener significado. Creo que esta razón es un poco hueca, pero eso es lo que pienso a la ligera en ocasiones. Precisamente por eso lo aclaré en la segunda oración de este punto.
4) Estás jodidamente lejos. Esto tiene dos sentidos. Primero, vives a kilómetros de donde yo vivo, y lo peor es que no tengo dinero para costear viajes continuamente, y sé que tú tampoco podrías hacerlo. Segundo, no eres alcanzable; es decir, mírate, ponte en frente de un espejo. Ahora, mírame, quítame los lentes así como querías el día de la cita. Puedes ver que no encajamos, así tú creas que sí lo hacemos. 
5) Yo no merezco a alguien como tú. Como dije anteriormente, eres atento, dulce, guapo, sencillo a tu manera. Yo no soy lo suficiente para ti. Aunque no sé si seas así con muchos chicos, lo que has mostrado ser conmigo me ha hecho sentir un gran amor hacia ti. Tal vez, tal vez estoy empezando a enamorarme. Pero esa es una palabra muy fuerte. Tal vez "amor", sí, esa es mejor para conceptualizar lo que siento por ti. Y lamento no ser lo suficiente. Seguramente no querrías estar conmigo si supieras todo lo que pasa en mi vida, todo lo que pasa en mi cuerpo, todo lo que hay en mi mente, todo lo que he pensado y aún pienso sobre mí.

Creo que no podía dejar el post con ese final al aire. Hoy, Matías, acepto finalmente que no podremos ser nada más que amigos a distancia. Más bien, unos buenos conocidos, como tú nos llamaste "personas que encajan, se quieren y se besan gracioso". Y puedo decir que yo no soy para ti, y que tú no eres para mí, y que aceptar eso me está doliendo demasiado. Y no, no exagero.

 

Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post